Es tentador en el ajetreo diario quejarse de pequeñas cosas que entorpecen nuestro día.
Desde el auto que no arranca, a que el niño tuvo malas calificaciones, pasando por problemas realmente graves como un mal momento financiero o no tener empleo.
A pesar de que es una reacción natural, la realidad es que si nos quejamos constantemente, terminaremos por adoptar esta actitud por sistema.
Para evitar caer en este defecto, nada mejor que reconocerlo y tomar la decisión de cambiarlo.
Escribe un diario de gratitud
En un cuaderno cualquiera, cada noche haz una lista de todas las cosas por las que estás agradecida.
Piensa en todas las cosas positivas que pasaron ese día y apúntalas, por pequeñas o insignificantes que te parezcan.
Pueden ser cosas tan sencillas como los niños disfrutaron de la cena, que saliste a caminar con el perro o que tu pareja te recibió como un beso.
O algo más importante como que pudiste pagar las facturas, que conseguiste un nuevo trabajo o que tu amiga se recuperó de una grave enfermedad.
Todo cuenta, tanto lo sencillo como lo más significativo.
Escribe en tu diario todas las noches
Oblígate a escribir en el cuaderno al menos durante veintiún días seguidos, que es el tiempo que dicen que toma adoptar un nuevo hábito o deshacerse de un vicio.
No hay excusas que valgan.
Para cambiar tu actitud debes proponerte firmemente realizar este ejercicio. Sobre todo en los días en que te vas a la cama pensando que no tienes nada que escribir.
Se trata precisamente de acostumbrarte a ver el lado positivo incluso de la jornada más ardua.
Sentir gratitud cuando todo va bien es fácil. Lo difícil es hacerlo cuando las cosas van mal.
Rodéate de personas positivas
Puedes pensar que esto no siempre es posible y tienes razón. Pero si trabajas con personas difíciles, puedes dedicarles menos tiempo o cambiar tu actitud hacia ellas.
Si tú tienes buen talante, a los demás les resultará difícil enojarse contigo o tratarte con indiferencia o con una actitud negativa.
Lee también: Sugerencias para celebrar acción de gracias
Protege tus sueños y tus objetivos
No cuentes todos tus proyectos a todo el mundo. No es por superstición, sino porque si lo haces con las personas equivocadas, pueden hacer comentarios que planten en ti la semilla de la duda.
Toma nota de tu progreso y enfócate en eso, y no en las dificultades que podrías encontrarte en el camino.
Toma nota de los halagos que recibes
Tenemos tendencia a ser auto-críticas, por lo que es vital tomar nota de todas las cosas bonitas que te dicen los demás.
Así cuando por cualquier motivo te sientas desdichada o triste, podrás releer lo que piensan de ti los demás y recordarte que también debes estar agradecida por eso.
Acostúmbrate a sonreír
Por las arrugas de expresión de una persona puedes determinar si es una persona feliz o amargada.
Proponte sonreír más y no tardarás en notar los efectos positivos. Por un lado, te sentirás más alegre, y por otro, irradiarás energía, lo cual hará que quienes te rodean se sientan también mejor.
La energía positiva es contagiosa, así que por cada sonrisa que regales, recibirás otra de vuelta.
Pasa tiempo con niños y con animales
Observa cómo se comportan los niños de corta edad, y cómo se alegran por las cosas más insignificantes. Lo mismo hacen los animales.
Arrullar a un niño, o incluso a un animal de compañía hará que te sientas mejor.
Si además se trata de tus propios hijos, enfócate en sus habilidades, su cariño, su amor, y la gratitud está garantizada.
Lee más sobre esto en mi libro más reciente: Tu Mejor Edad para tener una vida extraordinaria, de HarperCollins.
Leave a Reply