Aunque no lo creas, en Estados Unidos la mayoría de las familias ni siquiera se sienta a la mesa a comer.
Mis hijas me cuentan que sus amigos y amigas cenan solos en su habitación y cada uno come lo que hay en la cocina. Y si comen todos juntos, lo hacen delante del televisor.
Me da mucha lástima pensar lo que se pierden esas familias.
Aquí te cuento por qué es importante conservar la tradición de hacer al menos una comida al día en familia y si esto no es posible por horarios, pues durante los fines de semana.
Cenar en familia nos une más
Durante el desayuno estamos todos apurados y hasta tenemos distintos horarios; el almuerzo muchas veces lo hacemos fuera de casa.
Por eso, como la cena es el momento del día en que bajamos el ritmo y todos estamos en el hogar, es el momento ideal para compartir una comida.
Nosotros nos sentamos juntos cada noche para disfrutar de una cena en familia. Eso sí, es cada vez más complejo porque mi hija mayor trabaja después de la escuela y a veces termina tarde.
Hace que demos más importancia el fin de semana
Si realmente los días de trabajo y escuela no hay manera de coordinar horarios, entonces pauta una comida en familia durante el sábado o el domingo.
Puede ser una buena excusa para cocinar con los niños y compartir tiempo juntos.
Comer juntos mejora la comunicación familiar
Si andamos todo el día cada uno por su lado, el contacto con los niños puede reducirse a un llamado telefónico, un breve chat o un saludo apurado.
¿Cómo va el trabajo de papá y mamá? ¿Qué tal se sienten los niños en la escuela?
Comer en familia es una oportunidad de comunicación – sin tecnología de por medio – que no debemos desperdiciar.
Así será más fácil saber cómo están los pequeños y ellos podrán hablar con nosotros con más facilidad. Una familia comunicada siempre funciona mejor.
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Sentarse a la mesa nos ayuda a desconectar
Una hora sin ver televisión no puede ser tan terrible.
Y dejar las tablets, celulares y demás pantallas de lado por un rato puede costar pero es la única forma de conectarnos entre nosotros, cara a cara, con gestos y voces.
Haz valer este tiempo en familia, desconectando del mundo para conectarse con el hogar.
Compartir una comida propicia una mejor alimentación
Se estima que el 38% del total de la población hispana de Estados Unidos sufre obesidad.
Si nos sentamos a comer en familia, estaremos planeando qué alimentos consumir.
Esto evitará que los niños (y nosotros) comamos el primer snack que se nos cruce en el camino o nos arreglemos con alguna comida al paso.
A largo plazo, eso afecta nuestra salud.
Cocinar juntos nos ayuda a planificar mejor
En relación a lo que te decía antes, juntarnos a comer es una oportunidad para planificar comidas e incorporar distintos ingredientes y platillos, entre ellos, algunos típicos de nuestro país de origen.
Claro que no vamos a hacer un banquete cada noche, pero podemos planear un día para cenar algo especial que además ayudará a los hijos a conocer un poco más de la cultura de nuestra tierra.
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