No tiene más éxito aquél cuya vida carece de obstáculos, sino el que desarrolla la fortaleza y la destreza para sobreponerse a ellos.
Es una ingenuidad pensar que si descubres cuál es tu propósito de vida, te marcas metas, das los pasos para alcanzarlas y adoptas una actitud positiva, todo te resultará muy fácil.
Sé lo que es luchar por superar un problema, conseguirlo tras mucho esfuerzo y luego verte derribada por otro revés, quizá incluso peor que el primero.
Es agotador, desde luego, pero no queda otro remedio que seguir hacia delante.
La alternativa es vivir a medias, y eso no es vida.
Lo bueno de cumplir años y acumular experiencias es que descubres que el ser humano tiene una capacidad de recuperación sorprendente y que nada dura para siempre.
Enfrentar un bache en la mediana edad
Por lo general, un revés importante, como un despido, una quiebra, un divorcio, la muerte de un ser querido o una enfermedad te mina la energía y el entusiasmo de golpe.
Lo normal es que pases por toda una serie de emociones y de estados de ánimo que forman parte del proceso de duelo.
La primera reacción ante un obstáculo o una pérdida es de sorpresa e incredulidad.
Es un mecanismo de defensa que hace que te niegues a aceptar la realidad de lo que te ha pasado.
Si eres una persona positiva, quizá sientas que hay un motivo por el que se ha dado la circunstancia.
Esto no dura para siempre: lo siguiente es que ante la pérdida –que puede ser material, física o emocional– sientas rabia, impotencia o ira.
Esto puede durar horas, días o meses. Luego sentirás añoranza, dolor, e incluso depresión.
Finalmente, terminas por aceptar lo que ocurrió y lo afrontas sin dolor, sin resentimiento y quizá incluso con renovada ilusión por lo que pueda deparar el futuro.
El proceso de duelo ante cualquier pérdida es similar al que se pasa cuando muere un ser querido.
El tiempo que tardes en recuperarte dependerá del tipo de situación y de la gravedad de la misma.
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La ola de superación personal que atravesamos en el mundo occidental puede hacer que sintamos que pasar por las etapas de duelo ante cualquier revés de la vida es una debilidad.
No es así, es un proceso normal y saludable.
De hecho, si no se vive en su plenitud, el proceso de recuperación se hace mucho más largo y tedioso, y puede terminar por manifestarse mediante síntomas físicos o psíquicos.
Desde psoriasis hasta ansiedad e insomnio o incluso una adicción como el alcoholismo o depresión clínica.
Formas de desahogarte y recuperar el norte
Escribir acerca de tus sentimientos sirve de catarsis, y puedes hacerlo en un cuaderno que uses sólo para los momentos en que necesites desahogarte.
Procura también descansar lo suficiente, comer bien y dormir lo que necesites.
Lee, mira películas o habla con amigos si te apetece.
Claro que no todos podemos permitirnos el lujo de pasar así semanas o meses.
Si adviertes que tu tristeza o falta de energía dura más de unas cuantas semanas, ve al médico.
Quizá necesites terapia o medicación, o simplemente vitaminas.
Si no tienes energía para practicar deporte, entonces da paseos o haz algo ligero, pero no dejes de moverte.
El ejercicio físico hace que segregues endorfinas, que contribuyen a mejorar el estado de ánimo.
Cuando reconozcas que estás en la etapa de la rabia o de la ira, procura canalizar esa energía hacia acciones productivas.
A menudo la frustración es un motor que te ayuda a conseguir grandes cosas.
Si es que te despidieron, quizá sea el momento de buscar un empleo mejor.
No es saludable dejarse llevar irremediablemente por la tristeza durante meses y no hacer nada.
¿Cómo enfrentas tú los momentos difíciles ahora que ya no eres una niña?
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