Lejos de todo, un viaje para reencontrarse consigo mismo.
Las múltiples exigencias de la vida moderna adormilan tu ser interior, quitándote el placer de sentirte pleno.
Pero, por suerte, existen lugares en el mundo que tienen la virtud de estimular la humana necesidad de reencontrarse consigo mismo.
La etapa de los 50 en adelante es ideal para emprender ese viaje interior que te permite descubrir deslumbrantes paisajes exteriores y tu riqueza interior.
¿Estás preparado? Vamos a emprender contigo este viaje mágico a un rincón perdido de la Patagonia, descubramos Bahía Bustamante.
Lejos de todo pero muy cerca tuyo
El trayecto en avión hasta Buenos Aires será un tiempo propicio para ir abandonando todo aquello que pudiera bloquear tu plenitud.
Luego, el vuelo hasta la Patagonia servirá para recuperar aquellas cosas que te hacen bien.
Ten calma, pues para llegar a nuestro destino es necesario aún atravesar casi 200 kilómetros de estepa.
Al recorrer ese desierto quizá ya percibas en tu cuerpo la energía positiva que transmite la región.
La costa del Golfo de San Jorge es solitaria. Las rocas rojizas se abren de tanto en tanto, dando paso a pequeñas caletas de arenas blancas y aguas cristalinas.
La marea, al retirarse, deja tras de sí rocas desnudas y piletas tapizadas de algas marinas.
El sol del mediodía entibia sus aguas, siendo ese el momento ideal para tomar un placentero baño natural de algas y sales marinas.
El gorjeo de cientos de aves marinas y pingüinos, más el estentóreo rezongo de los lobos marinos tendidos al sol, completará el paisaje costero.
A tu espalda, allá lejos, la estepa se asemeja a un paisaje lunar donde afloran restos petrificados de antiguos bosques y pasean tranquilas manadas de guanacos.
Lee también: Uruguay, playas de arenas suaves y gente cordial
Refugio para el alma
El pequeño casco de una antigua estancia, será tu refugio y sosiego en la aventura. Unas pocas calles polvorientas y lamidas por el viento te harán recordar esos paisajes del lejano oeste.
Todo es paz y tranquilidad en Bahía Bustamante.
Hasta allí solo llegan recolectores de algas, aventureros de la naturaleza y exploradores interiores, cómo tú.
Sin duda, es un lugar ideal para el recogimiento y la contemplación.
La exuberancia del entorno natural quizá te recuerde la austeridad de un templo. Podrás caminar tranquilo por las extensas playas de guijarros, quizás ensimismado en el eterno retornar de las olas.
Quizá, luego elijas una roca alta para sentarte y cerrar los ojos, descubriendo tu belleza interior.
Al abrirlos te sorprenderá la curiosidad de los pingüinos que se acercaron a observarte, tan maravillados de verte allí como tú de contemplarlos a ellos.
Actividades y paseos
Imagina, ahora, montar en bicicleta y andar sin rumbo por la estepa. Detenerte a admirar los fósiles que afloran a la superficie, mudos testigos de eventos ocurridos hace millones de años.
Quizá prefieras cabalgar por los alrededores para dar rienda suelta a tus emociones. ¿Qué dices de montar un kayak y visitar los islotes cercanos?
Todo es posible, ya eres tú mismo e inventarás decenas de elaboradas excusas para demorar tu regreso.
Te has reencontrado contigo mismo y eso te hace feliz, ¿verdad?
Leave a Reply