Escribir sobre Salma Hayek implica que tarde o temprano terminaré escribiendo la palabra “curvas”. Listo, ahora que lo hice, vamos a lo otro, porque esta mujer no es solo caderas y busto bien acomodados.
Salma, además de curvas, es México, es girl power, es la mujer latina que toma su vida por las astas y construye su camino hacia el éxito, abriéndose espacio por caminos sin trazar.
Una latina en Hollywood
Comenzó su carrera como actriz en su país natal y en poco tiempo encabezó una telenovela de gran éxito, “Teresa”, en 1989. Pero Salma quería más y se fue del otro lado de la frontera, hacia la meca del cine, Los Ángeles.
No todo fue tan sencillo, según comentó la actriz al diario The Sun: “Aterricé en Los Ángeles con 25 años casi sin hablar inglés.(…) Yo siempre había sido una chica insegura, deprimida por el acné y preocupada por mi tendencia a ganar peso, así que tampoco ayudó el rechazo que todavía existía hacia los latinos. Una vez me dijeron que mi acento recordaría al público a sus asistentas mexicanas”.
En 1995 Salma se guardó la inseguridad en el bolsillo y dio un paso enorme al protagonizar “Desesperado” junto a Antonio Banderas, dirigida por Robert Rodríguez.
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Pero lo que verdaderamente marcó un antes y un después en su carrera fue su proyecto más personal, la película “Frida”. La produjo y la protagonizó.
Su encarnación de la pintora mexicana Frida Kahlo le valió una nominación al Óscar como Mejor Actriz en 2003, reconocimiento al que solo otras dos latinoamericanas han accedido: Fernanda Montenegro en 1998 y Catalina Sandino Moreno en 2004.
El film también le dio una candidatura al Globo de Oro, al BAFTA y al Premio del Sindicato de Actores.
La chica de las curvas había demostrado oficialmente que no era solo una cara bonita, también podía volver sus cejas una y dar una aclamada interpretación dramática.
Salma Hayek: madre, empresaria y filántropa
Además de sus logros laborales, Salma impacta en cada alfombra roja por la que pasa. Sí, por las curvas de las que hablaba al principio, pero también por su buen gusto para vestirse y su impecable melena morocha.
Consciente de ser una mujer cuya imagen inspira a otras, encontró la forma de unir sus secretos estéticos con su poder como emprendedora.
En 2011 lanzó su propia línea de productos de belleza, Nuance, inspirada en los trucos heredados de su abuela.
Luego de años de triunfos profesionales, su vida personal encontró la estabilidad a los 40.
En 2006 conoció al empresario francés François-Henri Pinault y en 2007, a los 41 años, la mexicana se convirtió en madre por primera vez.
Salma también usa su estatus de celebridad para promover buenas causas. Junto a Beyoncé y Frida Giannini (directora creativa de Gucci), forma parte de Chime for Change, una organización sin fines de lucro que promueve la educación, la salud y la justicia para mujeres y niñas.
Sobre su labor filantrópica, la mexicana comentó a la revista Caras: “Me siento orgullosa de participar en un proyecto internacional que lucha por mejorar la posición de la mujer en el mundo, que trata de generar oportunidades para aprovechar el potencial femenino y la realización de cualquier tipo de meta que se propongan las mujeres.”
Por todo esto, no caben dudas que a hoy, con 48 años, Salma no solo es sinónimo de curvas.
Aquella chica insegura que llegó a Los Ángeles casi sin hablar inglés, logró ser actriz en un país que relegaba a los latinos.
Es reconocida por su talento, cuando todos la definen por su cuerpo.
Se convirtió en madre a una edad que muchos consideran tardía.
Se mantiene bella y con rasgos casi intactos, en una etapa a la que no pocas llegan con otra cara.
Eso es Salma: valor para avanzar siendo ella misma, pese a todo pronóstico.
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